Cuando hablamos de las funciones del lenguaje, nos estamos refiriendo a los principales objetivos con los que cualquier persona usa esta herramienta de comunicación para un fin en particular. El lenguaje se ha estudiado desde hace siglos, y en la actualidad todavía se sigue estudiando para seguir analizando y comprobar su evolución en el tiempo desde que el ser humano empezó a usarlo hasta nuestros días y cómo puede cambiar con el paso de los años.
¿Qué elementos intervienen en el lenguaje?
Antes de hablarte de las principales funciones del lenguaje y los tipos que existen, queremos que tengas una noción básica sobre los diferentes elementos que intervienen en la comunicación, puesto que, sin ellos, no sería posible una buena interpretación de las funciones del lenguaje.
- Emisor. Se le llama emisor a la persona que crea el mensaje. De él depende en gran parte que el mensaje creado sea claro con el fin de que el siguiente elemento, que será el receptor pueda cumplir su cometido.
- Receptor. Cuando hablamos del receptor, es aquella persona que recibe o interpreta el mensaje del emisor. Es importante que, para que el mensaje sea interpretado con total exactitud, conozca otro de los elementos esenciales, como es el código.
- Código. Hablar de código es hablar de esa estructuración del lenguaje que nos hace, palabra a palabra crear un mecanismo para que podamos entendernos. Este código puede ser un idioma, y que es esencial que emisor y receptor lo comprendan, ya que de lo contrario sería imposible que pueda ser descodificado. Cabe destacar que puede ser un mensaje escrito, como también lenguaje oral, de signos o incluso código morse.
- Canal. El canal es el medio por donde se va a trasmitir el mensaje, pudiendo ser sonoro, como también papel impreso.
- Mensaje. Finalmente, el mensaje es el contenido que el emisor crea con una intencionalidad y que quiere transmitir a un receptor o receptores, valiéndose de un código y compartiéndolo en un canal específico.
¿Cuáles son las funciones del lenguaje?
Las funciones del lenguaje fueron establecidas hace ya varias décadas por el lingüista y teórico literario ruso Jakobson, analizando cómo el ser humano era capaz de utilizar el lenguaje para realizar una serie de propósitos. Este lingüista las clasificó en seis categorías de las cuales te hablaremos a continuación.
Función emotiva
Esta función está bastante de moda en la actualidad y es la que tiene el propósito de contar al receptor cómo nos sentimos. Aquí se puede encontrar la forma que el emisor tiene de expresarnos como se siente emocionalmente, utilizando por lo general la primera persona del singular. El objetivo en este tipo de lenguaje es el de hacerle saber al receptor su estado de ánimo o qué es lo que siente respecto a un tema en particular, como por ejemplo la muerte de un ser querido, o incluso si ha sido premiado con la lotería. En muchos casos se puede intensificar esta función emotiva con metáforas o con frases exclamativas del estilo ¡Qué feliz soy!
Función referencial
Esta función en ocasiones también se le denomina como función informativa y es que su propósito principal en el lenguaje es la de informar o explicar al receptor la propia realidad de una manera objetiva. Esta es una de las que más se suelen utilizar, y como ejemplo podemos decirte que se usa cuando damos una indicación a una persona para llegar a un hotel o incluso cuando le damos la hora. De igual modo, también se puede usar o tener un objetivo descriptivo, como, por ejemplo, responder cómo es un árbol, respondiendo que es alto, con muchas ramas y hojas o que está caído en medio de la carretera. En este último ejemplo, si hablásemos con una expresión más triste, porque nos da pena que el árbol esté tirado o arrancado, ya no hablaríamos de función referencial, puesto que no estamos indicando un hecho concreto, sino que estamos poniendo sentimientos y tocando la función emocional.
Función apelativa
El propósito de esta función, a la cual también se la conoce con el nombre de función conativa, es que el receptor realice una acción después de recibir el mensaje. El tiempo que utilizamos para estas indicaciones o para esta función es el imperativo, ya que buscamos que el receptor reaccione. Un ejemplo lo tenemos cuando le decimos a un niño pequeño que se siente en una silla, o pedimos que se nos dé una comida en un bar. Nuestro lenguaje está expresando la necesidad que tenemos de que se cumpla nuestro mensaje, bien consiguiendo que el niño se siente o que se nos sirva la comida.
Función metalingüística
Posiblemente sea una de las funciones que menos se suelen utilizar en la rutina diaria, pero que los lingüistas y expertos en el lenguaje usan sin cesar. Se trata de la función del lenguaje que se usa para hablar del propio lenguaje. Un ejemplo claro lo tenemos en esta guía, puesto que estamos hablando del lenguaje, utilizando el propio lenguaje, en este caso escrito. Cuando asistimos a una conferencia de lengua o incluso estamos hablando con alguien y queremos corregirle alguna expresión que ha dicho o incluso decirle que tiene una falta de ortografía en el texto que nos ha enviado, estamos usando una función metalingüística.
Función fática
La función fática tiene alguna que otra similitud con la apelativa, aunque varían bastante. En este caso, la función relacional, que es otro de los nombres que recibe, quiere comprobar que el canal comunicativo está correcto, buscando la atención del receptor. Suele ser muy habitual utilizarlo cuando hablamos por teléfono o cuando la otra persona se encuentra en otra habitación y queremos transmitirle algún mensaje y no nos ha quedado claro si lo ha recibido o no. Para que tengas un ejemplo de lo que queremos decir, cuando llamas por teléfono y escuchas a la otra persona decir “Diga” está utilizando el lenguaje con este propósito, al igual que, cuando estás frente a una persona y estás hablándole y sientes que no te está haciendo suficiente caso o que no se ha enterado, el preguntarle “¿me explico?” estás confirmando que el mensaje se ha descodificado y entendido.
Función poética
Finalmente, nos encontramos con la función poética. Aquí lo que se busca es transmitir un mensaje más estético de lo que se diría habitualmente. El mensaje que se transmite cuenta con una codificación que intenta que sea más bonito que si se dice de una manera más coloquial. Un ejemplo lo tenemos cuando una persona recita un poema a la persona amada, como también en aquellas circunstancias en las que, para decir, por ejemplo, que una persona tiene unos ojos muy bonitos, comentarle que cuenta en su rostro con dos luceros que brillan incluso en la noche más oscura.