Si estás pensando escribir una novela o un relato, tienes que saber los tipos de narradores que existen en la literatura y que pueden ayudarte a dar más énfasis a lo que quieres contar, como también expresar mejor ciertas situaciones o acciones. La elección de la narración o narrador es un punto esencial para la elaboración de tu escrito, puesto que una historia puede ser contada en primera persona y ser considerada la novela del año, pero cambiando la persona, podría fracasar estrepitosamente. En este artículo te queremos mencionar qué tipos de narradores en la literatura existen y algunos ejemplos de cada uno.
Tipo de narrador protagonista
El narrador protagonista es aquella persona que cuenta la historia que está sucediendo, describiendo toda la acción en primera persona. Es quizás uno de los tipos más interesantes de relatar, aunque también es uno de los más complejos, puesto que el autor deberá de conocer todos los estilos para poder impregnar al personaje de gran carisma para que el lector pueda meterse en la piel de dicho protagonista. Gracias a este tipo de narrador en la literatura conocemos lo que ve dicha persona, sabiendo que piensa de una persona en particular cuando conversa con ella, como también sus problemas internos.
Como comentamos el problema que tiene este tipo de narrador es que la acción está más limitada, y son muchos aquellos escritores que usan doble narrador, es decir, en ciertos capítulos se relata con la voz del protagonista, pero en otros, si se quiere ampliar los hechos que están sucediendo, se usa otro diferente. Un ejemplo lo tendríamos en la novela “La naranja mecánica” de Anthony Burgess.
Tipo de narrador personaje secundario
Este tipo de narrador también está escrito en primera persona, pero no se trata del personaje principal, sino de un secundario. También se le suele denominar narrador testigo, pues es el que va a relatar toda la historia principal desde un segundo plano. En este aspecto, se puede presentar diferentes categorías, según el estilo que se le quiera dar a la novela o relato a contar.
En primer lugar está el testigo impersonal, es aquel que relata la acción, pero que no siente nada de lo que está ocurriendo, se suele relatar en presente, aunque existen autores que son capaces de relatar una historia con esta narración de manera pasada.
El testigo presencial es aquel que cuenta un relato que le ha ocurrido a alguien cercano, siente y sufre lo que le está ocurriendo a dicha persona que sería el protagonista. En la mayoría de los casos se relata en pasado.
Para que tengas un ejemplo claro de este tipo de narrador, podemos hablar de las historias de Sherlock Holmes, que, a pesar de ser este el protagonista principal, es Watson el que va relatando toda la historia y vivencias con dicho personaje.
Tipo de narrador en segunda persona
Se considera uno de los más complejos de elaborar pero que, si se sabe dar la voz que precisa la historia, es uno de los modos más directos y que puede calar en el lector. Es importante recalcar que es un tipo en desuso por estos motivos, porque cuesta mucho elaborar un relato completo con este tipo de narrador, aunque como decimos, si eres capaz de conseguirlo de manera acertada, quedará muy bien. Aquí se suele utilizar el género epistolar, o lo que es lo mismo, las cartas o en ciertas novelas los correos electrónicos, consiguiendo que el lector sienta de verdad que dicha carta ha sido escrita para él y por lo tanto, le hace participe de las decisiones que está tomando y también de su historia. En este narrador encontramos un estilo escrito en presente, que es muy directo y que por lo tanto te ayuda a sentir lo que siente la persona que lo escribe. Los ejemplos claros de este tipo de narrador en la literatura se encuentran en “Drácula” y en “Frankenstein”.
Tipo de narrador equisciente
Aunque pueda confundirse habitualmente con el narrador omnisciente, que es del que hablaremos en el siguiente apartado, el equisciente lo que hace es seguir a un único protagonista. A pesar de poder haber decenas de personajes en acción o en un mismo libro, solamente se va a describir los pensamientos o acciones de un personaje, que suele ser el protagonista de la historia. De esta manera se empieza a conocer mejor a este personaje ya que se puede leer lo que está pensando cuando realiza una acción pero todo en tercera persona, diferenciándolo de esta manera del narrador en primera persona.
En esta narración lo que se consigue es que el lector tenga a su disposición no solo la acción que puede realizar el personaje principal, sino que también va a tener otra serie de perspectivas que de otra manera no se podría conseguir, pero siempre con un enfoque más amplio que el de la voz en primera persona. Una de las ventajas con las que cuenta el narrador equisciente es que sabemos que puede ocurrirle cualquier cosa a dicho personaje, incluso la muerte, algo que habitualmente no ocurriría en el primer tipo que hemos expuesto. Un ejemplo claro es el que ocurre en Fahrenheit 451, novela en la que se nos va narrando todo el cambio psicológico que va sufriendo el personaje y toda su acción.
Tipo de narrador omnisciente
Nos encontramos con un narrador que para muchos es el dios de la historia, puesto que se puede encontrar en cualquier lugar y en cualquier momento, desde ver la historia desde diferentes perspectivas según lo que se tenga en cuenta en la narración. Cabe destacar que es un tipo del que no se tiene absolutamente ninguna preferencia con un personaje, siendo todos iguales. Uno de los pormenores que se pueden encontrar en este tipo de narrador omnisciente es que el lector puede encariñarse con uno u otro personaje, pero quizás no sea una relación tan intensa como podría tomar por ejemplo con el anterior tipo, ya que sabemos qué es lo que hace sufrir o sentir bien al protagonista de la historia.
Es importante, si vas a escribir un cuento o relato con esta técnica, que no vayas a dar todos los datos de seguido, ya que con esto se consigue que el lector se aburra o pierda el interés, por lo que es aconsejable que se vayan dando ciertos detalles de lo que puede ocurrir poco a poco, sin prisas con el fin de usarlos como pequeñas migas de pan que lleven la persona lectora exactamente donde quieres y todo esto sin que apenas se dé cuenta. Para que puedas tener un ejemplo de este tipo de narrador, lo encontramos en “El señor de los anillos” de Tolkien, que a pesar de contar con muchos personajes, no cuenta con el factor de saber que piensa cada uno de ellos.